El mundo vive una crisis de abastecimiento. Una circunstancias que afectan ya a todos los aspectos de la vida cotidiana. Bien lo saben los aficionados al ciclismo que, durante los últimos meses, se han encontrado con una tremenda dificultad para encontrar componente o han tenido plazos de espera eternos para conseguir nuevas bicicletas.
Pero esta situación, que parecería que afecta únicamente a los aficionados, ha llegado también al pelotón profesional. Así lo ha confesado en declaraciones a RTBF Frédéric Amorison, director deportivo del Intermarché-Wanty-Gobert, de la máxima categoría UCI, la World Team.
En palabras de Amorison, “no hay privilegios para los equipos profesionales” y añade que “hay una gran escasez de piezas y todo el mundo está pasando por esta situación actualmente. Tanto aficionados como profesionales no sabemos qué podrán ofrecer las diferentes marcas para 2022”.
Escasez que responde a las afecciones derivadas en la industria de la pandemia. Con la producción concentrada básicamente en Asia, el golpe recibido por la COVID-19 supuso un freno al normal funcionamiento de las fábricas. Una tormenta perfecta que se ha visto alimentada por el aumento de la demanda de una población que ve ahora en la bicicleta una vía de escape y una forma más adecuada de realizar los desplazamientos del día a día.
La problemática, cotidiana para los ciclistas aficionados, supone también un quebradero de cabeza para las escuadras profesionales, «los equipos más grandes se las arreglan para salir adelante, o lo hacen a medias, pero para las estructuras más pequeñas es realmente difícil». Algo de lo que, según Fréderic Amorison no escapan ninguna de las dos marcas principales, SRAM y Shimano, «las dos grandes marcas que realmente equipan el pelotón profesional están experimentando las mismas dificultades. Tienen dificultades para abastecer a los equipos. También para las ruedas, es muy difícil».
Forzando el material y lo peor está por llegar
Ante la escasez, los equipos están teniendo que tirar de ingenio y apurar al máximo los componentes con los que cuentan, «normalmente, con los profesionales, una cadena puede girar alrededor de 2000 km antes de ser reemplazada. Pero ahora llevamos hasta 2500 km, o incluso un poco más… En los tubulares, hacemos que vaya un poco más ‘al cordón’ para mantenerlos más tiempo«. Incluso, en el caso del Intermarché-Wanty-Gobert, su director confiesa haber reducido el número de bicicletas con las que cuentan sus ciclistas, «algunos ciclistas tenían hasta cinco bicicletas, pero durante el año intentamos mantener dos un poco más ‘escondidas en la parte trasera del camión’ y hacer que el ciclista solo tuviera tres bicicletas para tratar de reducir los riesgos«.
Por si fuera poco, Amorison considera que lo peor todavía está por llegar, «cuando discutimos con los distintos proveedores, nos damos cuenta de que si 2022 va a ser complicado, ¡2023 puede serlo aún más! Durante los próximos dos o tres años. Ya estábamos con la esperanza de evitar caídas por el lado físico, por supuesto, pero ahora tendremos que esperar tener el menor daño posible también por el lado material… «